Ibiza ciudad, como muchas otras ciudades y pueblos de España, cuenta con unas historias y leyendas que dan sentido a muchas de sus tradiciones y costumbres. También al nombre de algunas de sus calles. Una de esas leyendas es la que sirve para nombrar a la calle de Sa Carrossa.
Esta calle une el Portal de ses Taules con el Baluarte de Santa Lucía en pleno Dalt Vila, atravesando la Plaça dels Desemparats, donde se ubica la estatua en honor a Isidoro Macabich. Este intelectual ibicenco del siglo XX es quien narraba la historia de Sa Carrossa.
La leyenda cuenta que dos artilleros mallorquines se encontraban una noche de invierno jugando a cartas en el baluarte de Santa Lucía. En ese escenario, oyeron tras la puerta el balar de un cabritillo al cual decidieron dar cobijo en un rincón, donde poco a poco, se quedó dormido.
A continuación, la narración de Macabich relata lo siguiente: “Pero de pronto, en un alto de la partida “¡mumareta meua!”, ¡lo que vieron sus ojos! El fementido cabritillo era un mayúsculo cabrón, descomunal, que, tieso sobre sus cuatro patas, mirándoles fijamente, crecía y crecía… Abrieron la puerta, desolados, invocando a la Virgen. Y una vieja que salió al balcón para tirar unas escurridas viole pasar a grandes saltos, Carroza abajo, alto como un mulo, levantando chispas con sus tonantes pezuñas, con bufido de huracán y un halo de luz verdosa”.